Me llegan las cartas y no sé leer y, aunque me las trago, no mancho el papel. (El buzón) | Todos me pisan a mí, pero yo no piso a nadie; todos preguntan por mí, yo no pregunto por nadie. (La calle) |
Un bulto veo venir, sus pasos no hay quien los cuente, y, cuando se acerca a mí, meto mi cuerpo en su vientre. (El coche) | Zapatos de goma, ojos de cristal, con una manguera lo alimentarás, dentro del garaje lo sueles guardar. (El coche) |
Le hacen correr sus caballos y nunca le salen callos. (El coche) | Vivo entre dos muros que no pueden verse y aunque no me doblo me dobla la gente. (La esquina) |
Venden pastillas y jarabes para curarte de todos los males. (La farmacia) | Alta y delgada, cabeza brillante, ilumina de noche a los caminantes. (La farola) |
Por caminitos de hierro, el gusano de metal, en su barriga transporta la gente por la ciudad, llevándola por un túnel en completa oscuridad. (El "metro") | Mido telas y estaturas, pero, a veces, en ciudades, sin humos y sin candelas, llevo gente en cantidades. (El "metro") |
Con sólo tres colores ordeno a cada uno. Si todos me respetan no habrá accidente alguno. (El semáforo) | Ciudadano muy mirado, moderno camaleón, subido en tu árbol, cambias de color. (El semáforo) |
El que la tenga que la atienda y si no lo mejor es que la venda. (La tienda) | Lugar de compra, lugar de venta, donde cada ama de casa hace su cuenta. (La tienda) |
Tengo muchos pares,
te los puedes probar,
pero si te los llevas,
tendrás que pagar.
(La zapatería)
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